Teoría Monetaria Moderna – parte 1: Cartalismo y Marx

por Michael Roberts.

La teoría monetaria moderna (TMM) se ha convertido en un tema de moda entre las visiones económicas de izquierda en años recientes. La nueva demócrata del ala izquierda Alexandria Ocasio-Cortez parece ser una seguidora; y un destacado exponente de la TMM ha discutido recientemente la teoría y sus implicaciones con el líder económico del ala izquierda del laborismo británico, John McDonnell.

La TMM tiene cierto tirón entre la izquierda porque parece ofrecer apoyo teórico a las políticas de gasto fiscal alimentadas con dinero del banco central y a la acumulación de déficits presupuestarios y deuda pública sin miedo a que generen crisis –y de esta forma respaldando políticas de inversión pública en proyectos de infraestructura, de creación de empleo e industriales–, en contraste con las políticas neoliberales más aceptadas, de austeridad y de mínima intervención estatal.

Así que en esta entrada en mi blog, y en otras que seguirán, voy a ofrecer mi visión sobre el valor de la TMM y sus implicaciones políticas para el movimiento obrero. En primer lugar, voy a intentar hacer un bosquejo de trazo grueso para resaltar las similitudes y diferencias con la teoría monetaria de Marx.

La TMM tiene su base en las ideas de lo que se conoce como cartalismo. Georg Friedrich Knapp, un economista alemán, acuñó el término cartalismo en su teoría estatal del dinero, que fue publicada por primera vez en alemán en 1905 y traducida al inglés en 1924. El nombre proviene del latín charta, en el sentido de un vale o un ticket. El cartalismo defiende que el dinero se originó con los intentos del Estado de conducir la actividad económica, más que como una solución espontánea a los problemas del trueque, o como un medio de simbolizar la deuda.

El cartalismo argumenta que, históricamente, el intercambio generalizado de mercancías solo tuvo lugar cuando el Estado fue capaz de crear la necesidad de usar su moneda soberana al imponer impuestos a la población. Para los cartalistas, la capacidad del dinero para actuar como unidad de cuenta para el crédito o las deudas depende fundamentalmente en la confianza en el soberano o en el poder del soberano para imponer su voluntad sobre la población. El uso del dinero como unidad de cuenta para deudas/créditos precede a la emergencia de una economía basada sobre el intercambio generalizado de mercancías. Así que el cartalismo afirma que el dinero apareció primeramente como unidad de cuenta de las deudas y no del intercambio. Keynes fue un gran admirador del cartalismo, pero éste está claramente opuesto a la visión de Marx de que el dinero es inconcebible analíticamente sin entender el intercambio de mercancías.

¿Puede el cartalismo o la Teoría Monetaria Moderna (TMM) hacerse compatible o complementario con la teoría de Marx del dinero o uno de ellos debe estar equivocado? Mis respuestas rápidas serían: 1) el dinero precede al capitalismo pero no debido al Estado; 2) sí, el Estado puede crear dinero, pero no puede controlar su precio, así que la confianza en su dinero puede desaparecer; y 3) una postura cartalista estricta no es compatible con la teoría marxista del dinero, pero la TMM tiene características complementarias.

Déjenme ahora intentar ampliar estos argumentos.

La Teoría Monetaria Moderna y la teoría marxista del dinero son complementarias en el sentido de que ambas son teorías endógenas del dinero. Ambas rechazan la teoría cuantitativa del dinero, entendida como que la inflación o la deflación son dependientes de las decisiones de los bancos centrales de inyectar dinero de crédito en la economía o no. Al contrario, es la demanda de dinero lo que dirige a la oferta: los bancos ofrecen préstamos, así que, como resultado, se crean depósitos y deuda para alimentar esos préstamos, no al contrario. En ese sentido, tanto la TMM como la teoría marxista reconocen que el dinero no es un velo sobre la economía real, sino que la economía (capitalista) moderna es monetaria de pies a cabeza.

Tanto Marx como los chicos de la TMM están de acuerdo en que la así llamada teoría cuantitativa del dinero, tal y como fue expuesta en el pasado por Milton Friedman y otros economistas de la escuela de Chicago, y que dominó las políticas de los gobiernos a principios de los años 1980, es incorrecta. Los gobiernos y los bancos centrales no pueden contrarrestar los picos y caídas del capitalismo a través del control sobre la oferta de dinero. Esto es algo confirmado por el pobre historial de los programas actuales de expansión cuantitativa (QE por sus siglas en inglés) adoptados por los más importantes bancos centrales con el objetivo de animar la economía. Los balances de los bancos centrales se han disparado desde la crisis de 2008, pero el crédito bancario no ha subido; y tampoco lo ha hecho el crecimiento del PIB.

Pero la teoría marxista del dinero hace una importante distinción respecto a los defensores de la TMM. El capitalismo es una economía dineraria. Los capitalistas arrancan con capital dinerario para invertir en capital productivo y mercantil que, a su vez, a través del uso de la fuerza de trabajo (y su explotación), finalmente resulta en nuevo valor creado, que es realizado en una cantidad de capital dinerario mayor que la inicial. Así que la demanda de capital dinerario dirige la demanda de crédito. Los bancos crean dinero o crédito como parte de este proceso de acumulación capitalista, y no como algo que haga al capital financiero extraño a la producción capitalista. La TMM y el cartalismo argumentan que la demanda de dinero es dirigida por los “espíritus animales” de los agentes individuales (keynesianismo) o por el Estado que necesita crédito (cartalismo). En contraste, la teoría marxista del dinero considera que la demanda de dinero y, así, su precio, está fijado en última instancia por el ritmo de la acumulación del capital y el consumo capitalista.

La teoría e historia del dinero

Esto nos lleva al problema subyacente entre la Teoría Monetaria Moderna, sus orígenes cartalistas y la teoría marxista del dinero. La teoría marxista del dinero es específica al capitalismo como modo de producción, mientras que la TMM y el cartalismo son ahistóricos. Para Marx, bajo el capitalismo el dinero es la representación del valor y, así, del plusvalor. En D-M-P-M’-D’, D se puede intercambiar por M porque D representa a M y D’ representa a M’. El dinero no podría hacer posible el intercambio si la intercambiabilidad no fuera ya inherente a la producción de mercancías, si no fuera la representación del trabajo abstracto socialmente necesario y, así, del valor. En este sentido, el dinero no surge del intercambio, sino que es la representación dineraria del valor de cambio (MELT, siglas en inglés de “expresión monetaria del tiempo de trabajo”), o del tiempo de trabajo socialmente necesario (TTSN).

La teoría de Marx analiza las funciones del dinero en una economía capitalista-mercantil. Es una teoría históricamente específica, no una teoría general del dinero a través de la historia, ni una teoría del dinero en economías pre-capitalistas. Así que, si es verdad que el dinero surgió inicialmente en la historia como unidad de cuenta para impuestos y pago de deudas (como argumentan los cartalistas y Keynes), ello no contradiría la teoría de Marx del dinero en el capitalismo.

En cualquier caso, tengo dudas considerables de que, históricamente, la deuda estatal fuera la razón de la aparición del dinero (volveré a ello en un futuro artículo). David Graeber, el antropólogo anarquista, parece argumentar esto en su libro, 5000 años de deuda. Pero eso no va conmigo. Marx argumenta que el dinero surgió de forma natural conforme la producción de mercancías se generalizó. El Estado meramente validó la forma del dinero -no lo inventó. Creo que la cita que hace Graeber de Locke en la página 340 resume bien el argumento. “Locke insistía en que uno no podía hacer valer más una pequeña pieza de plata por rebautizarla como un ‘chelín’ que lo que se puede hacer crecer a un hombre bajo por decir que hay ciento veinte centímetros en un metro”.

En la exposición clásica del cartalismo, Knapp argumentaba que los estados han dado nombre históricamente a la unidad de cuenta y, al demandar que los impuestos sean pagados en una forma concreta, forzaron a que esa forma circulara como medio de pago. Cada contribuyente debía hacerse con la cantidad suficiente del dinero definido de forma tan arbitraria y, así, se veía arrastrado al intercambio monetario. Joseph Schumpeter refutó esta aproximación cuando dijo: “Si Knapp estaba meramente afirmando que el Estado puede declarar un objeto o garantía o ticket (un signo) como dinero legal, y que una proclamación al efecto de que un determinado símbolo de pago o ticket es aceptado como forma de pagar los impuestos irá impartiendo con el paso del tiempo un valor a ese símbolo o ticket, estaría afirmando una verdad, pero una verdad trivial. Si afirmó que tal acción del Estado asignó un valor determinado a tal símbolo o ticket, estaría afirmando una proposición interesante pero falsa” [Historia del análisis económico, 1954]. En otras palabras, el cartalismo era, bien obvio y correcto O interesante y equivocado.

Dinero como mercancía o surgido de la nada

Marx argumentaba que el dinero en el capitalismo tiene tres funciones principales: medida del valor, medio de cambio y “dinero como dinero”, lo que incluye el pago de deudas. La función de medida del valor procede de la teoría laboral del valor de Marx y es la diferencia principal con el cartalismo/TMM, el cual (al menos por lo que yo sé) no tiene ninguna teoría del valor y, por tanto, tampoco del plusvalor.

En efecto, para los defensores de la TMM, el valor es ignorado frente a la primacía que se da al dinero en las relaciones sociales y económicas. Tomemos la explicación de un seguidor de la TMM acerca de su relación con la teoría del valor de Marx: “El dinero no es una mera ‘expresión’ o ‘representación’ de la creación privada de valor agregado. En su lugar, la TMM asume que la columna vertebral fiscal del dinero y la cascada macro económica, actualiza un horizonte material compartido de producción y distribución… Como el marxismo, la TMM ancla el valor en la construcción y el mantenimiento de la realidad colectiva material. De acuerdo a esto, rechaza la teoría utilitarista neoclásica, que enraíza el valor en el juego de las preferencias individuales. Solo que, en contraste con el marxismo, la TMM argumenta que la producción de valor está condicionada por la capacidad fiscal abstracta del dinero y la jerarquía de mediaciones que ésta sustenta. La TMM no descarta la atracción de la gravitación física sobre la realidad humana. Más bien, quita prioridad de manera implícita a la causalidad de la gravedad en los procesos políticos y económicos, mostrando cómo lo ideal condiciona a lo real a través de la estructura piramidal distribuida del dinero”.

Si conseguimos orientarnos a través de esta jerga escolástica, creo que se puede entresacar como significado que la TMM difiere de la teoría monetaria de Marx en que el dinero no está sujeto a ninguna ley del valor que lo mantenga anclado en su sitio mediante ‘gravedad’, sino que tiene la libertad de expandirse y, por tanto, cambiar de valor él mismo. ¡El dinero es la fuerza causal primaria del valor, no al contrario!

Bajo mi punto de vista, esto son tonterías. Es una repetición de las ideas del socialista francés Pierre Proudhon en los 1840, que argumentaba que lo que estaba mal en el capitalismo era el sistema monetario, no la explotación del trabajo ni el modo capitalista de producción. Esto es lo que Marx dijo sobre la visión de Proudhon en su “capítulo sobre el dinero” de los Grundrisse: “¿Pueden las relaciones de producción y las relaciones de distribución que les corresponden ser revolucionadas por un cambio en el instrumento de circulación?” Para Marx, “la doctrina que propone trucos de circulación como una forma de, por un lado, omitir el carácter violento de estos cambios sociales y, por otro, de hacer aparecer estos cambios no como un presupuesto, sino como un resultado gradual de estas transformaciones en la circulación” sería un error fundamental y una interpretación equivocada de la realidad del capitalismo.

En otras palabras, separar al dinero del valor y, por tanto, hacer del dinero la fuerza primaria del cambio en el capitalismo es equivocarse, al no reconocer la realidad de las relaciones sociales bajo el capitalismo y la producción para el beneficio. Sin una teoría del valor, los proponentes de la TMM se adentran en un mundo económico ficticio, en el que el Estado puede emitir deuda y convertirla a voluntad en créditos a cuenta del Estado por un Banco Central, sin límites ni repercusiones en el mundo real del capital productivo, aunque no siempre es tan sencillo como parece.

Para Marx, el dinero hace dinero a través de la explotación del trabajo en el proceso de producción capitalista. El nuevo valor creado está corporeizado en las mercancías que se ponen a la venta; el valor realizado se representa en una cantidad de dinero. Marx comenzó su teoría del dinero como una mercancía tal que el oro o la plata, cuyo valor podía ser intercambiado por otras mercancías. De esta forma, el precio o el valor del oro ancló el valor monetario de todas las mercancías. Pero, si el valor o precio del oro cambia por un cambio en el tiempo de trabajo necesario para la producción de oro, de igual forma lo hará el valor del dinero medido como precio en otras mercancías. Una caída sustancial en el tiempo de producción del oro y, por tanto, una caída sustancial en su valor, llevarían a un incremento sustancial en los precios del resto de mercancías (como ocurrió con el oro traído por España de Latino América en el siglo XVI) – y viceversa.

El siguiente escalón en la naturaleza del dinero fue el uso de monedas de papel o fíat, fijadas al precio del oro, el patrón oro y, finalmente, el nivel de las monedas fíat o el ‘dinero crediticio’. Pero, contrariamente a la visión de la TMM o los cartalistas, esto no cambia el rol o la naturaleza del dinero en una economía capitalista. Su valor está todavía atado al tiempo de trabajo socialmente necesario en la acumulación capitalista. En otras palabras, el dinero mercancía (con)tiene valor mientras que el dinero no-mercancía representa/refleja valor, y, debido a esto, ambos pueden medir el valor de otras mercancías y expresarlo en la forma precio.

Los estados modernos son claramente cruciales en la reproducción del dinero y el sistema en el que él circula. Pero su poder sobre el dinero está bastante limitado -y como dijo Schumpeter (y Marx hubiera dicho), los límites están clarísimos en la determinación del valor del dinero. La Fábrica de la Moneda puede imprimir cualquier cantidad de billetes y monedas, pero no puede decidir a qué hacen referencia esos números. Eso es determinado por las incontables decisiones que alteran los precios por parte de empresas mayoritariamente privadas, que reaccionan estratégicamente a las estructuras de costes y de demanda que afrontan en competición con otras firmas.

Esto hace que el valor del dinero respaldado por el Estado sea inestable. De hecho, esto es algo reconocido por la teoría cartalista. De acuerdo con ella, el mecanismo principal por el que el Estado otorga valor al dinero fíat es por la imposición de responsabilidades fiscales a su ciudadanía, proclamando que solo aceptará una cierta cosa (la que quiera que sea) como dinero con el que afrontar dichas responsabilidades. Pero Randall Wray, uno de los escritores más activos en esta tradición, admite que si el sistema fiscal quiebra “el valor del dinero caería rápidamente hacia cero”. Así, cuando la credibilidad del Estado es seriamente cuestionada, el valor de las monedas nacionales colapsa, lo cual demanda el giro hacía las mercancías reales como el oro como tesoro genuino en el que almacenar valor. El precio del oro se disparó al comienzo de la actual crisis financiera en 2007 y otro incremento de escala ampliada tuvo lugar a principios de 2010 cuando la crisis de la deuda de los países del sur de Europa agravó la situación.

Las conclusiones políticas

A menudo escucho a diversos proponentes de la TMM decir que “el dinero puede ser creado de la nada”. ‘El dinero bancario no existe como resultado de la actividad económica. En lugar de eso, el dinero bancario crea actividad económica’. O esto: ‘El dinero de un crédito bancario no existe hasta que nosotros, los clientes, solicitamos el crédito’. (Ann Pettifor). La respuesta corta a este eslogan es que “sí, el Estado puede crear dinero, pero no puede fijar su precio”, o valor. El precio del dinero será decido en última instancia por el movimiento de capital tal como sea fijado por el tiempo de trabajo socialmente necesario. Si un Banco Central ‘imprime’ dinero o deposita créditos en las cuentas del Estado, ello da al Estado el dinero que necesita para lanzar programas de trabajo, infraestructuras, etc., sin impuestos ni emisión de bonos. Esta es la conclusión política de la TMM. Este es el camino de salida de la crisis capitalista causada por una caída de la producción en el sector privado.

La TMM y los cartalistas proponen que la inversión del sector privado sea reemplazada o complementada por inversión gubernamental ‘pagada’ con la ‘creación de dinero de la nada’. Pero este dinero perderá su valor si no guarda ninguna relación con el valor creado por los sectores productivos de la economía capitalista, los cuales determinan el tiempo de trabajo socialmente necesario y que aún dominan la economía. En lugar de lo esperado, el resultado será la subida de precios y/o la rentabilidad decreciente, lo que puede finalmente estrangular la producción del sector privado. A menos que los promotores de la TMM estén en ese momento preparados para avanzar hacia la conclusión política marxista, es decir, hacia la apropiación del sector financiero y de los ‘centros de mando’ del sector productivo mediante la titularidad pública y la producción planificada, reprimiendo o anulando así la ley del valor en la economía, la política de gasto gubernamental mediante gasto ilimitado fracasará. Por lo que yo sé, los exponentes de la TMM evitan e ignoran de forma muy estudiada tal conclusión política – quizás porque, como Proudhon, no entienden la realidad del capitalismo, prefiriendo ‘trucos de la circulación’; o quizás porque, en el fondo, están opuestos a la abolición del modo capitalista de producción.

Por supuesto, nada de esto ha sido probado en la vida real, ya que las políticas TMM nunca han sido implementadas (para el caso, tampoco una política marxista en una economía moderna). Así que no sabemos si la inflación estallará al crear dinero indefinidamente para financiar programas de inversiones. La gente de la TMM dice que la ‘monetización del déficit’ debería terminar cuando se alcanzara el pleno empleo. Pero esto crea la duda de si el sector privado de la economía puede ser sujeto a tan fina manipulación por parte del Banco Central y de la política estatal. La historia ha mostrado que no, y que no hay forma en que los gobiernos puedan controlar el proceso de producción capitalista y los precios de producción de una forma “tan finamente gestionada”.

Incluso una figura de la TMM como Bill Mitchell es consciente del riesgo. Como dijo en su blog, “Piense sobre una economía que sale de una recesión y crece con fuerza. Los déficits presupuestarios pueden aún seguir creciendo en esta situación, lo que los hace claramente pro-cíclicos, pero aún podemos concluir que la estrategia fiscal es acertada porque el crecimiento en el gasto público neto está guiando el crecimiento y a la economía hacia el pleno empleo. Sin embargo, una vez la economía alcance el pleno empleo, será inapropiado que el Gobierno empuje más la demanda agregada nominal aumentando el gasto discrecional, ya que ello provocaría un riesgo de inflación”. (énfasis agregado).

Parece que, al final, la TMM simplemente se reduce a ofrecer una teoría para justificar el gasto gubernamental sin restricciones como forma de sostener y/o restaurar el pleno empleo. Esa es su tarea, no otra. Por eso atrae los apoyos de la izquierda del movimiento obrero. Pero esta virtud aparente de la TMM oculta un vicio mucho mayor en forma de obstáculo para el cambio real. La TMM no dice nada sobre por qué hay convulsiones en la acumulación capitalista, excepto que el Estado puede reducir o evitar los ciclos de crecimiento y caída mediante un uso juicioso del gasto gubernamental dentro de un proceso de acumulación dominado por el capital. Así que no incluye políticas de cambio radical en la estructura social.

La explicación marxista es la más exhaustiva, pues no solo integra al dinero y al crédito en el modo de producción capitalista, sino que también muestra que el dinero no es el punto débil decisivo en el modo de producción capitalista y que poner en orden el sector financiero no es suficiente. De esta forma, puede explicar por qué las soluciones keynesianas no sirven siquiera para mantener la prosperidad económica.

En artículos futuros echaré un vistazo más detallado a la historia del dinero y de la teoría monetaria; y a las implicaciones internacionales de la TMM, particularmente en las llamadas economías emergentes.

Michael Roberts, 3 de febrero de 2019.

Fuente: https://thenextrecession.wordpress.com/2019/01/28/modern-monetary-theory-part-1-chartalism-and-marx/